En 2017, su artículo* demostró que los sujetos después de la cirugía del LCA (ACLR) alteraron su activación cerebral para realizar movimientos de flexión/extensión de la rodilla. En el mismo estudio, descubrió que los sujetos ACLR utilizaban una estrategia visomotora compensatoria en comparación con los sujetos de control que utilizaban una estrategia sensoriomotora. La integración razonada de los mecanismos de neuroplasticidad en los procesos de rehabilitación tras el ACLR encontró aquí una justificación. En 2019, D. Grooms y sus equipos nos mostraron cómo mejorar la plasticidad cerebral tras el ACLRI mediante principios de aprendizaje motor. En el mismo año, su artículo, escrito en colaboración con Adam S. Lepley**, proporcionó una comprensión precisa de la disfunción del cuádriceps tras la ACLR sobre las características neurales y morfológicas. Esto ha permitido comprender mejor por qué no es fundamental evaluar el volumen y la fuerza musculares sin tener en cuenta la función muscular general. Sus otras investigaciones complementarias sobre el tema se refieren al interés del biofeedback en tiempo real para limitar el riesgo de recidiva, el desafío neurocognitivo en rehabilitación pero también durante las pruebas de RTP.